Cuenta la leyenda huilliche
Cuenta la leyenda huilliche,
que la
plata es más antigua que el oro,
porque la plata es la lágrima de la luna
y el oro, el sudor del sol
Cuenta la leyenda árabe
que las perlas se forman
cuando las lágrimas de los ángeles
se caigan en las conchitas
Cuando lloran por los corazones destrozados y perdidos de este mundo
y las penas celestiales se brillan de la belleza
de todas las desventuras
de los amores perdidos, malditos, imposibles, robados, soñados, pesadillados, ignorados
gemiendo con el mar, tan eterno como el olvido
Te busqué los corazones de las conchitas
que guardan los secretos de los angeles
de la luna, del sol y de las estrellas de soledad
del otro cielo, hundido bajo un horizonte de mi planeta natal
Hubo este momento, cuando
estaba convencida de que el viento me iba a llevar
al mar pacífico
en aquella mañana tempestuosa
lejos de la lluvia chilota
que me susurraba con su silencio milenario
Y entendía que mi valentía no era pero
caprichos de
un corazon errante y porfiado
que no deja ser consolado ni endurecido
como el de una conchita
que abraza la vida hasta que le duela
que se deja llevar por las oleadas
sin llegar nunca, a un lugar que se llama
hogar
porque la plata es la lágrima de la luna
y el oro, el sudor del sol
Cuenta la leyenda árabe
que las perlas se forman
cuando las lágrimas de los ángeles
se caigan en las conchitas
Cuando lloran por los corazones destrozados y perdidos de este mundo
y las penas celestiales se brillan de la belleza
de todas las desventuras
de los amores perdidos, malditos, imposibles, robados, soñados, pesadillados, ignorados
gemiendo con el mar, tan eterno como el olvido
Te busqué los corazones de las conchitas
que guardan los secretos de los angeles
de la luna, del sol y de las estrellas de soledad
del otro cielo, hundido bajo un horizonte de mi planeta natal
Hubo este momento, cuando
estaba convencida de que el viento me iba a llevar
al mar pacífico
en aquella mañana tempestuosa
lejos de la lluvia chilota
que me susurraba con su silencio milenario
Y entendía que mi valentía no era pero
caprichos de
un corazon errante y porfiado
que no deja ser consolado ni endurecido
como el de una conchita
que abraza la vida hasta que le duela
que se deja llevar por las oleadas
sin llegar nunca, a un lugar que se llama
hogar